Simplemente me asomo con sigilo a unas aberturas extrañas en el muro que separa mi incredulidad de mi creencia. Sé que somos una mezcla de mundos y que hemos cerrado siempre la puerta a lo irracional, a lo que no alcanza la altura de lo verosímil, y que, sin embargo, llena de roturas el círculo de la existencia. Pero al final de las sombras estaremos siempre nosotros, como un monumento a la dualidad de esta forma hundida en los espejos, y aquella, lejanamente cerca, que desconocemos pero al mismo tiempo admitimos. Y heme aquí, delante de estas aberturas, frente a algo extrañamente cierto; quizás frente a mí mismo, creyéndome.
(autor anónimo)